viernes, 15 de enero de 2010

22-¿Quién es el “niño cretino de la nación”?

Carta a Expres Magazin, 8 de febrero de 1992. Expres Magazin, año III, número 7, 18 de febrero de 1992, página 22.


Señor Cristoiu,

No soy uno de los fans de su revista. Confieso que la leo raramente, porque el bajo nivel intelectual me deprime. Verá, yo creo que el intelectual tiene que ser la conciencia de sus tiempos, no el niño cretino de la nación. Seguro, como dice el poeta, “Si no hay en pleno invierno flores / No las echemos de menos”…

Ahora lo esencial no son las opciones ideológicas, sino las opciones morales e intelectuales. Estaría tentado a decir sobre mí: soy comunista, pero antes que ser comunista soy intelectual. Yo no le reprocho a su revista su posición de derechas, sino el primitivismo de fondo. El primitivismo no es ni de derechas ni de izquierdas, es de bosque. ¿Cuándo va a abandonar las consignas y va a intentar pensar su existencia? Descubro en el último número del Expres Magazin que todavía no se ha aburrido de dar a la imprenta la expresión hecha clásica por su incontenible repetición, “Nosotros trabajamos, no pensamos”. Usted es un milagro. Han pasado dos años y pico de cuando unos individuos sospechosos (¡extremadamente sospechosos!) han escandido esta sandez por las calles de Bucarest. Entonces, en aquel turbio 29 de enero de 1990 ni un solo trabajador repitió esta consigna. Ninguno. La diversión se habría apagado en la ley si no hubiese sido repetida por la masa histérica de los lúmpen-intelectuales: una masa que, carente no sólo de cultura, sino también del sentido común sano del hombre no instruido, la ha repetido con una tenacidad digna de una mejor causa. No existe, señor Cristoiu, verdad que el verdadero intelectual (el real, no el imaginario) no pueda transmitir al hombre menos instruido. Y si el trabajador no entiende lo que le dices, esto no se debe a que él desee trabajar, no pensar, sino a que tienes tantos nudos en la mente que no puedes pronunciar oraciones con sentido. El segundo cliché propagandístico que con disgusto he reencontrado es el de: “¡No vendemos nuestro país!”. En dos años usted no ha logrado entender que la significación de esta consigna, que de veras fue repetida por los trabajadores, no es “¡Afuera el capital extranjero! ¡No queremos inversiones!”. El sentido de esta consigna es mucho más sencillo: “No vendemos nuestro país”. Piense un poco más sobre esta exhortación.

Suyo, atento espectador

Virgiliu Zbăganu

Presidente del Comité de Reorganización del Partido Comunista Rumano

No hay comentarios:

Publicar un comentario