sábado, 16 de enero de 2010

6-¿Queréis que vuelva Jones?

Entrevista publicada bajo el título: “Entrevista con el camarada Zbăganu. El sueño de la razón engendra… ¡Al Partido Comunista Rumano! «Roman está sentado a la mesa y come glotonamente. Si yo quiero un trocito, ¿soy populista?»”, Phoenix, año II, número 71, 1991. Entrevista realizada por Anca Ionaş y Horia Gîrbea.

Horia Gîrbea– El populismo está vivo en Rumania. ¿Por eso se llega al comunismo?

Virgiliu Zbăganu– ¿Qué significa populismo? Roman está sentado a la mesa y come glotonamente. Si yo quiero un trocito, ¿soy populista? Las masas no tienen que reivindicar algo, porque no recibirán nada. Estoy a favor de una sociedad en la que exista igualdad de oportunidades, una sociedad como la sueca.

Horia Gîrbea– ¿Usted no niega las posibilidades de una sociedad burguesa que asegure la igualdad de oportunidades?

Virgiliu Zbăganu– Claro que no. Pero la sociedad occidental, a excepción de las sociedades socialdemócratas, no aseguran igualdad de oportunidades.
Horia Gîrbea– ¿No le parece que nuestra sociedad está demasiado aturdida a causa de su pasado?

Virgiliu Zbăganu– La sociedad rumana está aturdida a causa de su pasado, pero también lo está a causa de su presente. Los acontecimientos posteriores a Diciembre no han sido lo que yo esperaba, podría decir que, por el contrario, todo ha ido exactamente en sentido contrario. Gran parte arranca de la inmoralidad política. Voy a dar un solo ejemplo. En febrero, marzo, conversaba con un personaje (que se consideraba un hombre político) sobre constituir un partido. Este personaje repetía la frase siguiente: ¡la política es una ramera! Por lo tanto, él se sentía un mujeriego.

Horia Gîrbea– Por ejemplo, aquí, en mayo de 1990, los hombres se agolpaban para votar al Frente sin percatarse de que en sus listas figuraban nomenclaturistas.

Virgiliu Zbăganu– Un nomenclaturista deja de ser nomenclaturista desde el momento en que pierde su función. Precisamente es ésta la diferencia entre la burguesía roja y la blanca: la burguesía roja tenía una situación extremadamente inestable porque sus privilegios estaban estrictamente relacionados a su función. Desde el momento en que el burgués rojo pierde su cargo, deja de ser burgués rojo.

Horia Gîrbea– En lo que respecta a Iliescu, el reproche sería el mismo: que ha cortado y colgado. ¿Un primer secretario podía no cortar y colgar?

Virgiliu Zbăganu– Qué ha cortado y colgado sería bueno preguntarle a sus sometidos de Iaşi, la gente lo conoce… Estoy a favor de resolver estos enigmas en Iaşi, donde ha sido primer secretario. Yo otra cosa le reprocho, el que haya cedido a las insistencias del Gobierno y que haya abandonado la izquierda a favor de la derecha. Que se haya aislado en el Palacio de Cotroceni. Un conocido mío se preguntaba: ¿pero qué hace Iliescu en Cotroceni? ¿Teje?

Anca Ionaş– ¿Cuáles son las condiciones para ser aceptado en el Partido Comunista?

Virgiliu Zbăganu– Las condiciones son tres: 1. Honestidad, 2. Honestidad, 3. Honestidad. Lo demás se arregla.

Horia Gîrbea– ¿También un pasado sobrecargado?

Virgiliu Zbăganu– Ya lo he dicho. Asumimos el pasado comunista. Se han cometido errores, equivocaciones, crímenes abominables.

Anca Ionaş– Entonces, ¿cómo se los puede asumir?

Virgiliu Zbăganu– Denunciamos estos crímenes e intentamos hacer una separación. Muchas veces, detrás de lo que se ha llamado comunismo se escondía una dualidad permanente: por un lado la práctica, y por otro la teoría, la ideología. Entre la práctica y la teoría han existido permanentemente contradicciones netas. La pregunta esencial es ¿qué ha sido lo malo: la teoría, la ideología, o acaso la práctica?

Horia Gîrbea– Una pregunta fundamental: ¿en qué medida el hecho de que la ideología haya llevado a una práctica deficiente denuncia la bancarrota de la propia ideología?

Virgiliu Zbăganu– No se trata de eso. Todo proviene de la práctica histórica. La socialdemocracia se separó a principios de siglo en el ala menchevique y el ala bolchevique. Los bolcheviques querían una dinámica de la revolución social mucho más radical. Marx y Engels formularon estas dos oraciones maravillosas en La ideología alemana: “El comunismo no es un ideal al cual debamos subordinar la realidad, sino que es aquel movimiento que lleva a eliminar el mal de nuestra sociedad”. Analizamos el mal de la sociedad, y si optamos por encontrar una solución, significa que somos comunistas. En La ideología alemana, Marx y Engels se mofan despiadadamente de aquellos que se dirigen hacia utopías.

Horia Gîrbea– ¿Dónde está entonces la fractura entre la ideología y la realidad?

Virgiliu Zbăganu– El proyecto no fue puesto en la lámina hasta la última tuerca en la sociedad post-capitalista.

Anca Ionaş– El Partido Comunista Rumano está en una situación mucho más grave, que supera el nivel de las discusiones teóricas en las que nos hemos implicado. En estos días es posible que se proscriban las organizaciones de tipo comunista.

Virgiliu Zbăganu– Lo sé. Sería vergonzoso para la sociedad rumana que demostrara ser tan primitiva e inmoral que proscriba los partidos de izquierdas. Nadie ha dicho en este año y medio qué es un partido comunista.

Anca Ionaş– En su opinión, ¿de qué parte está el Frente de Salvación Nacional?

Virgiliu Zbăganu– Según la orientación del Gobierno, es de derecha.

Anca Ionaş– ¿Tiene usted un plan preparado para la eventualidad de que sea proscrito? ¿Va a accionar ilegalmente?

Virgiliu Zbăganu– Si nosotros como militantes accionaríamos ilegalmente, sería el tema de otras conversaciones muy largas: unos de nosotros lo harían, otros no. Pero de que seguirán existiendo grupos comunistas que van a accionar también en la ilegalidad, de esto tienen que estar seguros los señores gobernantes.

Horia Gîrbea– Accionar por medios terroristas, no me parece una solución.

Virgiliu Zbăganu– Para mí, los métodos terroristas son una solución individual. Es un modo de suicidarte cuando el enemigo te pisa los talones. Tienes la posibilidad de suicidarte simplemente…

Horia Gîrbea– …o morir con él en el cuello. Un comunismo proscrito puede llevar al fanatismo.

Anca Ionaş– ¿Tiene usted confianza en el Partido Socialista del Trabajo?

Virgiliu Zbăganu– Sobre el Partido Socialista del Trabajo propongo hablar lo menos posible. El motivo es el siguiente: entre nosotros y el Partido Socialista del Trabajo existen divergencias. Que hayamos aparecido nosotros demuestra que no teníamos lugar allí. Acerca del motivo por el cual no hemos encontrado nuestro lugar allí, prefiero no discutir. Son las divergencias de la izquierda. Quieras o no, el Partido Socialista del Trabajo es un partido de izquierda.

Horia Gîrbea– ¿Usted acepta el pluralismo político, o cree en el dogma del partido único?

Virgiliu Zbăganu– Está claro que el sistema totalitario, que significa un partido único, ha muerto. Antes que nada, este sistema ha hecho mal al comunismo. Incluso víctimas físicas. Todo el mundo cuenta cuánto han padecido los liberales y los campesinistas en manos de los comunistas, pero no olvidemos que durante los últimos 60 años existieron miles de comunistas, si no más, asesinados en condiciones similares, tal vez incluso más duras. ¿Sobre las víctimas comunistas del sistema totalitario nadie quiere hablar? La lógica del sistema totalitario era una sola: se levanta una cabeza, hay que cortarla. Entre los comunistas fogosos de ayer y los anticomunistas de hoy no hay ninguna diferencia. Son las mismas personas. Creo que los anticomunistas reales son los que lo han sido también antes de Diciembre. Deberían estar muy atentos a quién está junto a ellos. He conocido a un primer secretario de sector. No digo su nombre porque es un bueno para nada… Cuando realizaba visitas a las empresas tenía una gran aversión hacia tres categorías sociales: los barbudos, los que llevaban botas para esquiar, y las mujeres sin sujetador. Éstos eran los enemigos del régimen, a los que reprimía el primer secretario de sector. Él se permitía jalar a un ingeniero de la barba, preguntándole: “Che, ¿por qué usas barba? ¿Eres un chivo?” Este individuo se pasea después por la Plaza de la Universidad con un altavoz gritando: “Muerte al comunismo”. ¿No hay nada podrido en esta Dinamarca de los anti-comunistas?

Horia Gîrbea– ¿No han sido tal vez estos pseudo-anti-comunistas infiltrados en la plaza?

Virgiliu Zbăganu– No, no creo.

Anca Ionaş– Entonces, ¿cómo ve la Plaza de la Universidad?

Virgiliu Zbăganu– La Plaza de la Universidad fue un mejunje muy interesante, Muchos hombres fueron de buena calidad, muchos de muy mala calidad.
Horia Gîrbea– Existe la posibilidad de que Roman haya instrumentado Plaza de la Universidad para desacreditar definitivamente a la Oposición. La imagen de los harapientos, los ladrones, mostrados obsesivamente por televisión, aunque no eran representativos ahí…

Virgiliu Zbăganu– El escenario hacia el cual la Oposición ha ido con los ojos cerrados y en tempo di marcia…

Anca Ionaş– ¿Qué opinión le merece la Alianza Cívica?

Virgiliu Zbăganu– El punto débil del PAC es que no tiene una ideología. No hay nada más peligroso e inmoral que un partido sin ideología.
Mientras exista en la Alianza Cívica un señor como Radu Filipescu, él hará una organización digna de estima. Está también Mircea Diaconu, un hombre de una compostura moral verificada. Infelizmente, existen asimismo otros personajes, como ser Stelian Tănase. De él no me aleja la ideología, sino el porte intelectual extremadamente modesto, y el carácter apodíctico de sus afirmaciones. Al no tener un intelecto amueblado, no siente la necesidad de argumentar. Si tuviera una metralleta con la cual convencer, la usaría.

El señor Manolescu es un intelectual. He frecuentado el Cenáculo de Lunes. La simpatía que he acumulado durante años no se puede borrar de un plumazo. Cenáculo de Lunes ha sido un momento histórico en la resistencia rumana al totalitarismo. Por entonces mis compañeros sabían que yo era de izquierdas. No he modificado mi opción.

Horia Gîrbea– ¿Su identidad con el Partido Comunista Rumano no es peligrosa?

Virgiliu Zbăganu– Sí, es bastante peligrosa. Muchos me llaman por teléfono para preguntarme si vamos a crear las Cooperativas Agrícolas de Producción (C.A.P.). Otros dicen: “Qué, ¿no os alcanza con cuántos hombres matasteis en el Canal? ¿Qué más queréis?”. Nosotros, los que formamos el nuevo Partido Comunista Rumano no hemos matado a nadie. En cambio yo, el 21 de diciembre estuve a un paso de ser matado.

Horia Gîrbea– Pero, si usted apareciera por televisión, la gente se horrorizaría.

Virgiliu Zbăganu– Me temo que no se horrorizaría y que podríamos convencer. El problema es como en La granja de los animales. Hay allí una pregunta obsesiva: “¿Queréis que vuelva Jones?”. Entonces: “¿Queréis volver al totalitarismo? ¿Verdad que no? Entonces coged las porquerías que os ofrecemos nosotros”. Como si éstas fueran las únicas alternativas. Rumania es comunista y va a volver al comunismo en breve.

Horia Gîrbea– Le agradezco y aprecio su sinceridad, pero espero que no tenga, con todo, razón.

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