viernes, 15 de enero de 2010

15-El memorial del dolor, investigación de Sorin Faur

22, año II, número 43, 1-8 de noviembre de 1991.

Con el apoyo de la comisión parlamentaria 14 de investigación de los abusos, la televisión rumana realiza El memorial del dolor, una serial televisiva que se propone hacer conocer al público el universo de concentración de los 45 años de terror comunista en Rumania. La presente investigación se propone establecer el impacto que tiene la serial en la opinión pública rumana.

Virgiliu Zbăganu, Presidente del Comité de Reorganización del Partido Comunista Rumano:

Qué bueno sería que la primera exhortación de la Ética de Espinoza (no rías y no llores, intenta entender), llegara al intelectual rumano. En su serial Memorial del dolor, la señora Longin llora. E implícitamente clama venganza. Por esto, la serial se transforma en propaganda con un destino, ¡ay!, preciso. Incluso electoral.

En los años ’50 Europa fue ensangrentada por una serie de guerras civiles que impusieron, durante medio siglo, en pleno desprecio por los pueblos destinatarios, el orden de Yalta. La guerra es el peldaño más bajo al que puede bajar el ser humano, y la guerra civil es la guerra más sucia de todas. Los horrores fueron interminables. En Grecia, con el apoyo de las tropas occidentales, los comunistas fueron derrotados, y los que no fueron asesinados, poblaron el Gulag. Las condiciones de detención fueron horrorosas. En Rumania, con el apoyo de las tropas soviéticas, los anticomunistas fueron aniquilados, y los que no fueron matados, poblaron el Gulag.

La señora Longin parece no haber entendido nada de lo trágico y del cinismo de aquella época histórica en la que los intereses de una nomenclatura mundial arrojaron mitades de los mismos pueblos en una guerra de exterminio recíproco. Al no comprender, se sitúa en posiciones partidarias, con evidentes acentos electorales. Habla siempre de las “cárceles comunistas”, olvidando que ninguna de esas cárceles fue construida por los comunistas. Detalle esencial, porque unas de ellas tenían desde su construcción dotaciones para la extorsión. Luego, la película elude completamente el hecho de que la guerra civil de aquellos años fue una serie de horrores recíprocos. Le proponemos al lector un tema sobre el cual meditar: la “lucha” de Ştefăneşti-Argeş. Una unidad de los partidarios ocupó la aldea una noche. El Presidente del concejo fue asesinado. También su esposa. El hijo de ambos de un año de edad fue matado y metido en la barriga abierta de su madre.

Nosotros, los comunistas, cuando dispongamos de los recursos necesarios, vamos a hacer el juicio al comunismo. Vamos a juzgar los horrores del pasado (¡y cuántos fueron!) desde las posiciones del humanismo europeo. Esta posición le falta, creo, a la serial de la señora Longin. El experimento Piteşti fue un crimen contra la humanidad, no porque las víctimas fueran anticomunistas, sino porque las víctimas fueron seres humanos. Cada episodio me deja una pregunta clavada en el cerebro: ¿si en el experimento Piteşti los conejillos de Indias hubiesen sido comunistas, la señora Longin no habría tenido nada que decir?

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