viernes, 15 de enero de 2010

9-¿Por qué ha involucionado el Partido Comunista Rumano?

Flagrante, número 18/1991. Respuesta a seis preguntas formuladas por la redacción.

Preguntas:

1. ¿Cómo es considerado el papel de Nicolae Ceauşescu?

2. ¿Cómo se considera la actividad del Partido Comunista Rumano entre los años 1921 y 1924?

3. ¿Y su paso a la ilegalidad?

4. ¿Cuáles son los méritos del Partido Comunista Rumano en la reorganización de Rumania después de la segunda guerra mundial?

5. ¿Cómo se va a afirmar el Partido Comunista Rumano en el nuevo panorama político (su relación con el Frente de Salvación Nacional, Partido Socialista del Trabajo, Partido de la Unidad Nacional, Partido Rumania Grande, otros partidos)?

6. ¿Qué haría el Partido Comunista Rumano si se hallara en el gobierno (luego de ganar en las elecciones, por ejemplo)?

Respuestas.

1. Se han delineado ya, ante los ojos del gran público, dos imágenes “clásicas” de Ceauşescu, imágenes que engloban también elementos reales. Así, se evoca un Ceauşescu “del principio”, hasta 1971: reformador, abierto, dinámico, que sabía apreciar a la gente de valor. Se evoca luego un Ceauşescu del final, opuesto al primero: caprichoso, dogmático, acomplejado, enfermo de sospecha, deseoso de tener a su alrededor sólo hombres sumisos, defectos ampliados por la presencia junto a él de quien no ha dejado tras de sí sino una huella de pesadilla: Elena Ceauşescu. Pero, más allá de la trayectoria recorrida por Ceauşescu, en su largo camino de la dictadura iluminada a la dictadura oscura, el problema de fondo es otro: había que liquidar el sistema totalitario.

Hay hombres que creen, porque así se les ha dicho, que hemos vivido en la dictadura del proletariado. Error. Dictadura ha habido, pero en contra del proletariado. ¿Ejercida por quién, en beneficio de quién? Ésta es otra pregunta. Por eso le pedimos al que grita “abajo el comunismo” que no se siga molestando, porque el comunismo está muy abajo. Y no ha llegado allí gracias a la intransigencia de sus enemigos, sino por la duplicidad de aquéllos que supuestamente lo servían.

2-3. Historia. Un cuarto de siglo no puede abarcarse en unas cuantas palabras. Es imposible decir en pocas palabras todo sobre un hombre, pero sobre un cuarto de siglo lleno de esperanzas y desilusiones, de confianza y canalladas…
Cierto es que la evolución del Partido Socialista Comunista (como se llamaba en el momento de su fundación, en 1921), mirada con los ojos de hoy, es una desilusión. De unas cuantas decenas de miles de miembros en 1921, el partido ha quedado con menos de mil en agosto de 1944. El fenómeno no es específico sólo de Rumania. La mayoría de los partidos comunistas del mundo ha tenido, hasta comienzos de la segunda guerra mundial, una evolución descendiente. Reconocemos al menos dos causas de la involución:

La primera causa es la intervención cada vez más grosera de la Comintern en la conducción del partido. En los años de la ilegalidad, el fenómeno se agravó. Las convulsiones del Partido Bolchevique soviético repercutieron en todos los otros partidos comunistas, debilitándolos. Recordemos que en 1938 el partido comunista polaco fue sencillamente disuelto por parte de las autoridades de la Comintern. Recordemos que en el mismo año fueron llamados a Moscú militantes comunistas rumanos para una “instrucción”, donde fueron instruidos cada uno con sendas balas.
La segunda causa de la involución del Partido Comunista es la infección cada vez más poderosa de mercenarios. El fenómeno de los mercenarios no apareció sólo después de la toma del poder. Todos hemos visto cómo un partido que se encuentra en el poder atrae una fauna diversa de individuos sin otro Dios que la sed de poder y el deseo de estar a la cabeza de la mesa en el banquete de los vencedores. Lo sorprendente es, sin embargo, el hecho de que también un partido ilegal pueda atraer mercenarios. Los ha habido, y no pocos. Si restamos del número de los que recibieron jubilaciones de ilegalistas el número de los que todavía hoy dicen ser comunistas, obtenemos una cifra asquerosamente alta. Estaba conversando los otros días con un señor ilegalista que había estado en la cárcel, un campo de concentración, que sufrió en carne propia en los zulos de la Seguridad. Un idealista, se diría. Me respondió: “No tienen ninguna posibilidad”, después de lo cual se puso a alabar al antiguo enardecido propagandista comunista, actualmente enardecido propagandista anticomunista, Vladimir Tismăneanu… ¡Y bue’! El idealismo se evaporó cuando dejó de invitársele a pasar por la caja del partido.

Al mismo tiempo es muy difícil negar la legitimidad histórica de la existencia del Partido Comunista en todo el período evocado. Porque significaría negar el derecho de los oprimidos a rebelarse. De una necesidad mística de situar la época de oro en otros tiempos, muchos conciudadanos la sitúan antes de la segunda guerra mundial. Un poco difícil de argumentar… En 31 años (1907-1938) los gobernantes han diparado sólo cinco veces contra sus apacibles gobernados: en 1907, 1916, 1918, 1929, 1933. ¿No es un tanto frecuente, señores nostálgicos?

4. Observando en sus líneas generales el lapso 1950-1989, se destacan claramente tres etapas distintas:

(a) 1950-1970. Crecimiento espectacular en todos los planos: economía, enseñanza, cultura, asistencia médica, etc. En 1970 Rumania estaba por delante de Grecia, Portugal, Hungría o Bulgaria. Es verdad que una propaganda estereotipada y apologética que envolvía incluso a la verdad en los vapores de la mentira ha llevado a muchos a creer que el tan a menudo invocado crecimiento en realidad no habría existido. Les sugerimos que recuerden cómo vivían en 1970. Y si la memoria no los ayuda, que echen un vistazo a la calle y van a ver circulando todavía, Fiats y Renaults viejos. Son coches que el trabajador medio se podía comprar a plazos, en lei [1], si se apretaba el cinturón tres o cuatro años.

(b) 1970-1980. El crecimiento real decrece, luego se detiene. Los motores se sobrecalientan. La causa es profunda y tiene su origen en el sistema. El sistema totalitario empieza a demostrarse incapaz de seguir asegurando el progreso técnico. En el mundo próspero tienen lugar cambios profundos que marcan el pasaje hacia lo que unos llaman la sociedad post-industrial, y otros post-capitalismo: una sociedad extremadamente dinámica que moderniza su industria muy rápidamente. Los sistemas totalitarios pesados pierden velocidad. En la incapacidad de comprender que el sistema debe ser reformado, se contraen deudas externas, esperando que éstas permitan el alineamiento en la técnica mundial. ¡Error fatal! Se arroja el dinero al viento, pero permanece la carga de la deuda que debe pagarse. Para seguir demostrando la superioridad del “socialismo” respecto al “capitalismo” empieza a mentirse cada vez más enérgicamente. Se barre la basura abajo de la alfombra.

(c) 1980-1989. La basura acumulada debajo de la alfombra hiede que voltea. La declinación es cada vez más evidente. La carga de la deuda externa se transforma en una pesadilla. Se pierde el contacto con la realidad. La mentira se transforma en una segunda naturaleza para cientos de miles, por entonces comunistas (ahora anticomunistas; obsérvese que el grueso de los anticomunistas de ahora son los pelotas de antes).

5. El Partido Socialista del Trabajo, el Partido de la Unidad Nacional, y el Partido Rumania Grande han precisado su posición en un número muy reducido de situaciones como para poder colocarlos en un punto concreto del tablero político. En cambio, el Frente de Salvación Nacional posterior a la Convención Nacional ocupa un lugar bastante bien delineado. Autodeclarado de centro-izquierda, con un programa liberal de centro pero con un comportamiento político de derechas, el Frente de Salvación Nacional implementa el capitalismo salvaje, es decir, un sistema económico-social que en el mundo civilizado ya no existe desde hace generaciones. De más está decir que nos situamos a la izquierda del Frente de Salvación Nacional.

6. Como cualquier otro partido democrático, el Partido Comunista pondría en aplicación su Programa durante una legislatura. Después de que expire el mandato, el electorado va a decidir, en las urnas, cuán benéfica habrá demostrado ser su administración.

El Programa de gobierno que estamos elaborando parte de la realidad, y persigue la eliminación de lo que está mal y nos duele, evitando cualquier aventura, cualquier salto a lo desconocido. La reestructuración de toda la sociedad no se puede hacer en un santiamén. No hay soluciones milagrosas. La reestructura se puede hacer sólo respetando el ritmo natural de evolución de los macrosistemas sociales. El siglo XX está lleno de lo que en la literatura sociológica se denomina “ingeniería social”: tentativas de modelar la sociedad como un pedazo de barro, por parte de unos escultores más o menos creíbles, de acuerdo a unos proyectos más o menos fantasiosos. Aquí no incluimos sólo a los proyectantes llamados impropiamente “comunistas”, sino también al sha de Irán, a diversos benefactores de patrias en Asia y África, a varios monarcas a las apuradas tipo Bokassa, etc.

Analizando todas las tentativas fracasadas de ingeniería social, descubrimos que todas tienen en común el desprecio ante las masas (aunque oficialmente se profesa la apología “de las masas”) y la ignorancia del ritmo natural de evolución de los sistemas sociales. En cambio, las transformaciones con miras a objetivos realizables son un éxito: las realizaciones de la social-democracia postbélica son, en toda Europa, más allá del color de los partidos de gobierno, una realidad.
En consecuencia, en Rumania es necesaria una reforma económico-social profunda. Pero se pide prudencia y profesionalismo. No creemos en la técnica de la “terapia de shock”. Si tiras al agua un niño que no sabe nadar, se ahoga y tienes uno menos. Por otro lado, no existe ningún caso de “terapia de shock” exitosa. Por todos lados la imagen es la misma: sobre un fondo de miseria y desesperación general crece una capa de “enriquecidos por la reforma”. Antes de la “reforma”, los pueblos del Este debían alimentar a unos cuántos miles de privilegiados. Ahora los mismos pueblos, más pobres que antes, deben alimentar a una cantidad mayor de privilegiados, todos con un apetito excelente. ¿En beneficio de quién se hace la reforma?

Virgiliu Zbăganu
Presidente del Colegio del Comité de Reorganización del Partido Comunista Rumano


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[1] Leu es el nombre de la moneda nacional rumana. N. del. t.

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